El comercio electrónico tuvo un crecimiento del 30% y alcanzó el 24% del total, aunque no logró compensar la retracción del canal presencial.
En promedio, el ticket en jugueterías de cercanía fue de $13.000, mientras que en las grandes cadenas llegó a $38.000, con predominio de productos importados.
El sector enfrenta un escenario complejo marcado por el sobrestock: entre enero y julio, las importaciones de juguetes aumentaron 114% en volumen y 84% en valor, alcanzando 13.752 toneladas.
A la vez, la CAIJ advirtió sobre riesgos de seguridad infantil debido a la flexibilización de controles y el ingreso de productos a valores inferiores a USD 3 por kilo.
"El juego debe ser sin riesgos. La seguridad de la niñez tiene jerarquía constitucional en Argentina", subrayó el presidente de la cámara, Matías Furió, quien anticipó que denunciarán a importadores que presenten documentación falsa.
En paralelo, la entidad anunció el lanzamiento del Observatorio Argentino de Juguetes, que se encargará de fiscalizar el cumplimiento de normas de seguridad en comercios y plataformas, otorgar el sello “Juguete Seguro” y trabajar con pediatras en la detección de riesgos emergentes.
Entre las tendencias de este año se destacaron los juguetes didácticos y de primera infancia, el auge de los juegos de mesa, los peluches de capibaras y el fenómeno viral del coleccionable “Labubu”, que agotó stock gracias a su difusión en redes sociales.
La industria nacional, conformada por unas 180 PyMes que emplean a más de 8.000 personas, opera actualmente al 50% de su capacidad y reclama una reducción de impuestos y costos logísticos para competir frente al fuerte avance de las importaciones.
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