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domingo, 28 de octubre de 2018

Hoy nos damos un lujo, les presentamos a Rubén Darío:


Poder compartir con ustedes, una pequeña pincelada de "Rubén Darío", es un placer para disfrutar sólo o en familia.

El poeta, periodista y diplomático nació en Metapa (Nicaragua), que hoy lleva el nombre de Ciudad Darío, el 18 de enero de 1867. 

Sus padres, Rosa Sarmiento y Manuel García, se separaron cuando era apenas un niño, y fue criado por sus abuelos en León, lugar al que siempre consideró el de su origen.

Con apenas 14 años, su abuela lo presentó en Managua, donde fue reconocido por sus dotes literarias y artísticas, como un prodigio. Era creativo, memorioso, recitaba poesía y leía a poetas franceses.

Pocas veces vio a su madre, a quien prácticamente desconocía y menos a su padre, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto del que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como "Félix Rubén Ramirez".

Viajó por Europa y América, representando a su país, como cónsul y embajador.

La poesía de Rubén Darío, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del océano Atlántico.

En un paseo por la "Isla Martín García", la isla de las cruces torcidas, descubro que así, como alojó a convictos, también albergó a poetas como Rubén Darío y a escritores como Jorge Luis Borges, que en 1912 con 12 años, pasó un largo verano, invitado por su tío, el comandante de la isla, Francisco Borges. 

Nuestro genio literario recordaría muchos años más tarde sus correrías en un caballo tobiano y la expedición a las canteras.

Mirando la casa donde se alojó el escritor nicaragüense y recordando aquella poesía que decía: "¿La princesa está triste, que tendrá la princesa?". 

Una noche de inspiración llevó al Rubén Darío a escribir los versos de la “Marcha Triunfal”, una exaltación de los guerreros que vuelven victoriosos de la batalla. Fue allí. Se alojó en una de las casas de internación del Lazareto.

En esas crónicas se describe el lazareto en su totalidad y se relata la circunnavegación de la isla hecha por el divino Rubén con remeros aficionados y seguramente borrachos. 

Cuando estuvo Darío, entró en cuarentena el “Aquitania” un barco muy importante. Con respecto a la cura alcohólica no debe haber sido gran cosa, pues Rubén tuvo el tino de enamorarse de la cantinera de la isla. 

1895 fue un año fatídico para Darío, pues perdió a su madre y cerró el consulado colombiano en Buenos Aires del cual era titular, quedando en la ruina y teniendo que ser nombrado Secretario del Director de Correos, para poder seguir viviendo en forma desenfrenada!!!. 


Una isla de amores y dolores.
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?.
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?.
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?.

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!.
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!.
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!.
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste).
más brillante que el alba, más hermoso que abril!.

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Será hasta el próximo encuentro!!!.



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Artículo revisado: Hoy nos damos un lujo, les presentamos a Rubén Darío: Clasificación: 5 Revisado por: Cadena Noticia Sur