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miércoles, 19 de marzo de 2025

"Un Congreso sin Honor, una Traición sin Castigo":


Cuando un ciudadano comete una falta, es sancionado. 
Cuando un legislador se burla del pueblo, ¿qué pasa?. 
Nada. 

Es hora de crear herramientas para castigar la estafa legislativa.

En política, la traición al pueblo es la peor de las faltas. 
Hay errores, hay fracasos y hay decisiones que se pueden discutir. 

Pero cuando los representantes del pueblo se organizan para engañar a la sociedad con un guion preestablecido, la discusión ya no es política, sino ética.

La última sesión del Congreso argentino no fue un debate. 
No fue una confrontación legítima de ideas. 

Fue un acting descarado, una burla a los millones de argentinos que esperaban ver a sus legisladores defender con dignidad los intereses del país. 

Lo que trascendió en los mensajes de WhatsApp no dejó dudas: todo estaba pactado de antemano. 

Cada palabra, cada reacción, cada grito, cada postura. 
Todo guionado, como en un circo de mala calidad donde los payasos ya ni siquiera logran hacer reír.

Si en Paraguay el caso Kueider puso en evidencia cómo el dinero mueve la política en la sombra, lo que vimos en Argentina no es menos grave. 

Si antes los sobornos eran directos, hoy son más sofisticados. 
No hay necesidad de entregar billetes en un maletín si el sistema ya está diseñado para premiar a los obedientes y castigar a los que se rebelan.

Pero si no hubo plata de por medio, entonces, ¿qué los mueve?. ¿Miedo?. ¿Conveniencia?. 
¿Una dirigencia completamente sometida que ha renunciado a pensar por sí misma?.

El Congreso de la Nación debería ser el templo de la Democracia, pero hoy es un escenario donde se representa una obra patética. 

Una burla a la inteligencia del pueblo argentino. 

Los ciudadanos no solo fueron defraudados, sino también insultados por quienes, en lugar de defenderlos, los usaron como público de una farsa que solo beneficia a unos pocos.

El problema de la impunidad: la estafa legislativa no puede quedar sin castigo.

Si cualquier ciudadano infringe normas laborales o institucionales, enfrenta consecuencias. 

En cualquier lugar de trabajo, una conducta inapropiada tiene sanciones. 

En cualquier institución pública, un funcionario que actúa de manera indebida es reprendido o incluso destituido. 
¿Por qué en el Congreso esto no ocurre?.

La falta de un régimen disciplinario efectivo dentro del Congreso ha convertido a la Cámara de Diputados y al Senado en un espacio de absoluta impunidad. 

Existen mecanismos internos, como la Comisión de Ética y Disciplina, pero en la práctica, nunca se aplican sanciones reales a quienes deshonran el recinto con su comportamiento.

Los legisladores juran por la Patria y por el pueblo al asumir sus bancas. 

Sin embargo, cuando convierten el Congreso en un teatro de simulaciones, ese juramento se rompe

En cualquier otra función pública, el incumplimiento del deber trae consecuencias. ¿Por qué aquí no?.

La estafa legislativa debe ser sancionada. 

Es urgente crear herramientas legales que castiguen a aquellos legisladores que traicionen el mandato popular con montajes políticos, falta de ética y corrupción discursiva.

Propuestas concretas para recuperar la dignidad del Congreso:

Para restaurar la confianza en las instituciones, deben establecerse mecanismos reales de control y sanción, como:

1) Un régimen disciplinario efectivo que contemple la suspensión o remoción de legisladores que incurran en conductas impropias, violencia o estafas políticas dentro del Congreso.

2) Sanciones económicas: si un trabajador puede ser despedido o sancionado por faltar a sus deberes, un legislador que estafa a la sociedad con su actuación también debería enfrentar una multa o reducción de su dieta.

3) Juicio político ágil y transparente para quienes incumplen el juramento de representar al pueblo con honor y honestidad.

4) Transparencia total en las sesiones: se deben implementar mecanismos que aseguren que los legisladores actúan en función del interés público y no de acuerdos previos ocultos.

5) Un Código de Ética Parlamentario con aplicación real, que contemple la destitución automática en casos graves de traición a la ciudadanía.

Conclusión: sin sanciones, la Democracia es una ilusión:

Cuando un Congreso se vuelve impune, la Democracia deja de ser un derecho para convertirse en una simple ilusión. 

Si no existen herramientas para sancionar la deshonestidad en el poder legislativo, entonces el pacto democrático con la sociedad se rompe.

No podemos seguir permitiendo que el Congreso sea un espectáculo grotesco donde los legisladores juegan con la confianza del pueblo sin enfrentar consecuencias. 

Es hora de exigirles responsabilidad. 
Es hora de crear las herramientas para que su impunidad tenga un límite.

Porque la política debe ser un espacio de representación genuina, no un teatro de estafadores. 

Y el pueblo argentino ya está cansado de ser espectador de una farsa sin fin.

NOTA, gentileza de "Guillermo Patricio Kelly".



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Artículo revisado: "Un Congreso sin Honor, una Traición sin Castigo": Clasificación: 5 Revisado por: Cadena Noticia Sur