Durante años, este punto estratégico ha sido territorio fértil para el contrabando, el narcotráfico y la explotación humana, actividades que crecen bajo la sombra de gobiernos débiles, la corrupción en las fuerzas de seguridad y la falta de políticas claras que defiendan el interés nacional.
Es hora de ordenar la casa, y para hacerlo, necesitamos una política firme que parta de un verdadero nacionalismo, de derecha a izquierda, que ponga a Argentina y su pueblo en el centro de las prioridades.
Paraguay y la Red del Crimen Organizado: Comienza en Casa.
Si queremos erradicar el crimen organizado que prolifera en nuestras fronteras, debemos comenzar por reconocer que la impunidad de la que gozan estas organizaciones criminales no es solo un problema externo, sino un problema interno.
En Paraguay, las fuerzas armadas, encargadas de proteger la soberanía nacional, han sido cómplices del crecimiento del contrabando y el narcotráfico, sirviendo como escudos nocturnos para las redes que operan a ambos lados de la frontera.
¿Y qué pasa en Argentina?. Nuestros propios sistemas aduaneros y de migración han fallado.
Es en nuestra propia casa donde la corrupción e ineficiencia han permitido que el contrabando de productos, drogas y armas fluya sin obstáculos.
Si no somos capaces de controlar nuestras fronteras, de asegurarnos que la ley y el orden imperen en estos puntos críticos, ¿cómo podemos aspirar a un país seguro y próspero?.
La verdadera soberanía comienza con el control firme de nuestro propio territorio.
El Primer Comando de la Capital (PCC) y su Expansión: La Tercera Frontera Interna.
El crimen no se detiene en la Triple Frontera; se infiltra en el corazón de nuestras ciudades y pueblos.
El PCC, liderado por Marcos Camacho, ha consolidado su presencia en la región y no se limita a Brasil y Paraguay.
Su alcance ha cruzado hacia Argentina, donde la falta de control y la corrupción de las fuerzas de seguridad locales han permitido que estos grupos se vinculen con empresarios, aduaneros, y hasta miembros de las fuerzas políticas.
Lo que en las décadas pasadas era un problema aislado de las favelas brasileñas ahora está entrelazado con actores en nuestras propias provincias.
¿Cómo hemos llegado a este punto?.
La respuesta está en la falta de una política fuerte, que desde una perspectiva soberana y firme, ponga los intereses del pueblo argentino sobre la mesa.
No podemos seguir permitiendo que las decisiones se tomen con la vista puesta en intereses externos, cuando las raíces del problema están tan arraigadas en nuestra propia tierra.
Narcotráfico y Armas: Recuperando Nuestras Fronteras.
Mientras en Paraguay no se cultiva cocaína, ha pasado a ser uno de los principales centros de tránsito de la droga más pura de Colombia y Bolivia hacia Europa.
10.000 toneladas de cocaína incautadas en 2023 hablan de la magnitud del problema, pero también de la incapacidad del Estado argentino para prevenir que este tráfico penetre nuestras fronteras.
El armatrafic sigue la misma lógica: Paraguay es el corredor principal de armas ilegales hacia Brasil y Argentina, armando a las mismas pandillas que generan violencia en nuestros barrios y provincias.
Aquí es donde debemos ser inflexibles.
Necesitamos una política de seguridad nacional que no solo refuerce el control fronterizo, sino que también elimine las redes de corrupción que permiten que estas operaciones ilegales florezcan.
No se trata de ideologías políticas vacías, ni de promesas que no se cumplen.
Se trata de acciones concretas que nos permitan recuperar nuestras fronteras y, con ellas, la paz y el orden interno.
La Alianza con Uruguay y la Proliferación del PCC: La Amenaza Regional.
Uruguay, tradicionalmente visto como un país pacífico y estable, también ha sido arrastrado a esta espiral de violencia.
El Primer Cartel Uruguayo (PCU), dirigido por Sebastián Marset, se ha aliado con el PCC para formar una red que atraviesa toda Sudamérica.
¿Qué significa esto para Argentina?.
Que nuestras fronteras, desde el norte hasta el este, están siendo controladas por organizaciones extranjeras que no respetan nuestra soberanía, ni la de nuestros vecinos.
Argentina no puede permitirse seguir siendo un actor pasivo ante esta situación.
El gobierno debe tomar una postura clara y firme, no solo con medidas que refuercen nuestras propias fronteras, sino también trabajando con otros países de la región para desmantelar estas organizaciones.
El Futuro de la Tercera Posición: Construyendo una Política Nacionalista Firme.
En este escenario, necesitamos una nueva Tercera Posición, una que no se alinee ni con el populismo irresponsable ni con el liberalismo ciego.
Es hora de que el país recupere el sentido de soberanía, desde sus fronteras hasta sus instituciones internas.
Argentina no puede permitirse ser el peón de potencias extranjeras ni de grupos criminales que operan impunemente dentro de nuestras fronteras.
Este proyecto requiere de una política fuerte, que vaya desde la derecha a la izquierda, pero que no se quede en las discusiones ideológicas.
El verdadero nacionalismo es aquel que defiende al pueblo argentino en sus necesidades más básicas: seguridad, justicia y prosperidad.
El control de nuestras fronteras, el desmantelamiento de las redes criminales, y la recuperación del orden son los primeros pasos para limpiar nuestra casa.
Solo cuando Argentina recupere el control de sí misma, de sus instituciones, de sus fronteras, de sus políticas exteriores e internas, podrá avanzar hacia un futuro donde el pueblo tenga la paz y el bienestar que merece.
Hoy más que nunca, debemos defender nuestra soberanía con acciones concretas.
La Triple Frontera no es solo un problema geográfico; es el símbolo de la corrupción, la ineficiencia y la pérdida de control que afecta al país en su totalidad.
Es hora de recuperar nuestra nación, desde adentro hacia afuera.
Columna, gentileza "Guillermo Patricio Kelly".
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