Por "Guillermo Patricio Kelly".
En los oscuros rincones de nuestra sociedad, tres fuerzas se entrelazan en una red perversa: las drogas, la trata de personas y el terrorismo.
Aunque no son hermanas, estas actividades criminales se cruzan con frecuencia, conectadas por el contrabando y la corrupción que corroen los cimientos de nuestro Estado.
Este entramado es una amenaza silenciosa que nos devora desde adentro, y es hora de enfrentarlo con la firmeza que demanda nuestra historia.
La Amenaza de las Drogas Argentina:
Aunque no es aún un gran productor de drogas, comienza a mostrar señales preocupantes.
Laboratorios clandestinos y plantaciones artificiales emergen en algunas provincias, impulsados por la cercanía con países vecinos como Paraguay, donde la marihuana fluye a través de nuestras fronteras con una facilidad alarmante.
La hoja de coca, en cambio, requiere productos químicos como éter y acetona, que en Argentina se consiguen sin dificultad, alimentando un mercado oscuro y en expansión.
Las drogas sintéticas:
Aunque parecen aún distantes en nuestra conciencia colectiva, ya han dejado su marca trágica.
La efedrina, la base de muchos de estos narcóticos, se ha transformado en una nueva plaga que asola nuestras noches.
Los clubes nocturnos, antaño templos de la diversión, se han convertido en puntos de venta donde una pastilla de éxtasis se ofrece por 11.000 pesos, y el agua embotellada se vende a precios exorbitantes, mientras los jóvenes consumen litros de líquido en un intento desesperado por mitigar los efectos devastadores de estas sustancias.
La relación entre los dueños de boliches y los narcotraficantes:
Es un secreto a voces.
Aquellos locales que no se someten al control de estos mercaderes del infierno quiebran rápidamente, incapaces de competir en un mercado que solo responde al poder del dinero y la adicción.
Es imperativo que los concejos deliberantes de cada municipio tomen cartas en el asunto y legislen con la seriedad que esta crisis requiere.
La Oscuridad de la Trata de Personas:
La trata de personas no es un problema que se limita a la prostitución; es una hidra con múltiples cabezas.
Pornografía infantil, venta de órganos, tráfico de médula ósea y adopciones ilegales son solo algunas de las formas en que esta industria de la desesperación se manifiesta.
Para combatirla, debemos implementar un registro de adopción nacional y controlar cada nacimiento con pruebas de ADN, asegurando que cada niño que viene al mundo esté protegido por el Estado desde su primer respiro.
Es crucial que las investigaciones se enfoquen en cada una de estas manifestaciones de manera individualizada, para evitar que los esfuerzos se diluyan en un mar de confusión y burocracia.
Solo así podremos desmantelar estas redes y llegar a la cabeza de la serpiente.
El terrorismo, aunque muchos prefieren ignorarlo, es una realidad latente en nuestro país.
Ya hemos sido blanco de dos atentados devastadores, los únicos de su magnitud en América del Sur, y nuestras fronteras, porosas y mal vigiladas, permiten el ingreso de actores internacionales que siembran odio y destrucción.
Las tensiones raciales y religiosas, alimentadas por conflictos de miles de años, encuentran en Argentina un terreno fértil para germinar.
Los servicios de inteligencia, debilitados por la corrupción y la ineficacia, no han logrado protegernos, y el asesinato de un fiscal que estaba cerca de revelar verdades incómodas sigue siendo un recordatorio de nuestra vulnerabilidad.
Necesitamos urgentemente reforzar nuestras capacidades de contrainteligencia y vigilancia fronteriza, para identificar y neutralizar estas amenazas antes de que vuelvan a golpear.
Estas situaciones no son solo problemas aislados; son golpes que resuenan en cada rincón de nuestra Argentina.
Nos afectan a todos, sin distinción, y es vital que quienes nos representan en el Congreso se comprometan de verdad con el país y con su gente.
Necesitamos legisladores que hablen de estos temas sin tapujos, que no se escondan tras el silencio o la indiferencia, sino que levanten la voz por cada argentino que sufre las consecuencias de estas amenazas.
Hoy, "Guillermo Patricio Kelly" alza la bandera argentina y defiende con firmeza los derechos de todos nosotros.
En su lucha constante, denuncia estos flagelos que nos desangran y nos convoca a enfrentar con valentía y determinación los desafíos que amenazan nuestro futuro.
Porque la Argentina no puede darse el lujo de mirar hacia otro lado; es tiempo de actuar, de legislar y de proteger lo que es nuestro, en nombre de todos los argentinos.
Muy buena nota . KELLY DIGA LO QUE SABE .
ResponderBorrar