El costo de vida se dispara sin tregua: la nafta, el transporte público, los alimentos básicos como la leche y el pan, la carne; todos se vuelven un lujo inalcanzable para muchos.
Mientras tanto, los salarios apenas se mueven, con aumentos insignificantes que no acompañan el vertiginoso aumento de los precios.
Y no podemos olvidar a nuestros ancianos, quienes han dedicado su vida al trabajo y al desarrollo de nuestra sociedad.
El precio exorbitante de los medicamentos hace que muchos jubilados se vean obligados a elegir entre comprar sus medicinas o poner comida en la mesa.
Señor Presidente, no podemos abandonar a nuestros viejos.
Es hora de que tomemos medidas concretas para asegurar que nuestros jubilados puedan vivir con dignidad y tranquilidad en sus años dorados.
El tejido productivo de nuestro país se desintegra ante nuestros ojos, con el cierre masivo de fábricas y comercios.
Las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de nuestra economía, se ven obligadas a despedir personal y cerrar sus puertas.
Y sin embargo, a pesar de esta cruda realidad, la gente parece incapaz de comprender la magnitud del problema.
¿Dónde está el sentido común?. ¿Dónde está la lógica en medio de este caos?.
Es momento de hacer un llamado a la reflexión, de buscar respuestas y soluciones.
¿Qué nos pasa, argentinos?.
Es hora de despertar, de exigir un cambio real, de trabajar juntos para construir un futuro mejor para todos.
Porque si no lo hacemos ahora... ¿Cuándo lo haremos?... VIVA LA EDUCACIÓN PÚBLICA CARAJO!!!.
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