El Fiscal General de San Isidro Dr. John Broyad dispuso el armado de un grupo de trabajo conformado por los fiscales Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y Laura Capra, quienes estuvieron en el barrio privado San Andrés, donde Diego vivía desde que fue operado por un hematoma en la cabeza.
Una parte del equipo de investigación se dedicó a tomar declaraciones testimoniales en la sede de la Fiscalia de Benavídez, partido de Tigre, mientras que otro grupo de fiscales y funcionarios se dirigió al Hospital de San Fernando para presenciar la autopsia.
De los testimonios recogidos en el ámbito de la sede fiscal se concluyó lo siguiente, la última persona que lo vio con vida fue su sobrino el día martes a las 23.
Cuando Maradona murió estaban en la casa su sobrino, su asistente, un empleado contratado para su seguridad física, una enfermera y una cocinera.
A las 11.30 llegaron el psicólogo y la psiquiatra personales de Maradona, quienes comprobaron que Maradona parecía dormido y no respondía.
Su sobrino y el asistente intentaron despertarlo y al no observar, en principio, la existencia de signos vitales pidieron la presencia de la enfermera y la psiquiatra quienes le realizaron maniobras de RCP sin éxito.
En ese momento pidieron ambulancias de distintas prestadoras y en ese lapso llegó un cirujano vecino del barrio, quien también intentó maniobras de reanimación.
Luego llegaron las ambulancias a cargo del medico clínico de la prestadora médica e intentaron revivirlo con ampollas de adrenalina y atropina, pero no lo lograron.
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