Juan o Iván Alexéievich Bunin: (1870-1953), Premio Nobel en el año 1933.
La Rusia de los Zares llegaba a su fin, mecidos por el viento de la estepa, los raudos cosacos hacían temblar la tierra y tras ellos quedaba la leyenda.
Caravanas de gentes empobrecidas peleaban sobre los surcos exhaustos, en tanto que la corte de San Petersburgo se iba aislando cada vez más del verdadero sentir del pueblo.
Bunin nació en Voroneje, el 22 de octubre de 1870 y su vida estaba destinada a sufrir junto a los pobres, y la consagró a la predica de la libertad.
Su infancia y parte de su juventud la pasó en el campo, éste era un buen escenario para explorar: los aldeanos rusos, mansamente apegados a la tierra, vivían el hondo drama de la subsistencia.
Su infancia y parte de su juventud la pasó en el campo, éste era un buen escenario para explorar: los aldeanos rusos, mansamente apegados a la tierra, vivían el hondo drama de la subsistencia.
Tristes canciones acunaron al pequeño Juan.
Ellas decían del sufrimiento y la angustia de los “mujiks”, de los sobresaltos de las madres por conseguir un trozo de pan…
Concurrió al gimnasio de Yelets, en el cual tenía excelentes calificaciones.
Después la Universidad de Moscú, pero duró un año, pues recibió un duro golpe del destino, su hermana menor murió de una enfermedad fulminante, dejándolo inconsolable.
Allí se apartó del mundo y cayó en una melancolía religiosa, y el tiempo lo ayudó a reponerse.
Las imágenes lo atraían; se dedicó a la pintura con bastante buen sentido de las formas y los colores, así llegó con influencia a la escritura y amalgamó ambas pasiones.
Su padre tenía una biblioteca y allí pasaba largas horas, encerrado, enfrascado en lecturas, que poco a poco seleccionó.
Adoró a los grandes poetas ingleses: Byron, Tennyson, Shelley, Longfellow, entre otros.
Tradujo al ruso varios libros ingleses; por eso ganó el premio Puschkin.
Su fama creció enormemente con sus condiciones de narrador, en 1910 publicó su novela “La Aldea”.
La revolución rusa de 1917 lo arrojó de su tierra amada; desde entonces vivió en París.
Fue el mejor de los maestros de las letras contemporáneas rusas; expuso de modo magistral, la vida vulgar y corriente.
Allí se apartó del mundo y cayó en una melancolía religiosa, y el tiempo lo ayudó a reponerse.
Las imágenes lo atraían; se dedicó a la pintura con bastante buen sentido de las formas y los colores, así llegó con influencia a la escritura y amalgamó ambas pasiones.
Su padre tenía una biblioteca y allí pasaba largas horas, encerrado, enfrascado en lecturas, que poco a poco seleccionó.
Adoró a los grandes poetas ingleses: Byron, Tennyson, Shelley, Longfellow, entre otros.
Tradujo al ruso varios libros ingleses; por eso ganó el premio Puschkin.
Su fama creció enormemente con sus condiciones de narrador, en 1910 publicó su novela “La Aldea”.
La revolución rusa de 1917 lo arrojó de su tierra amada; desde entonces vivió en París.
Fue el mejor de los maestros de las letras contemporáneas rusas; expuso de modo magistral, la vida vulgar y corriente.
A veces no existía argumento en sus obras y eso lo usó de pretexto para describir, con agudísimo espíritu de observación, situaciones y lugares de las aldeas de su provincia natal.
Es el triste y dulce poeta del paisaje provincial, es algo así como el Gabriel Miró ruso.
Entre sus obras: El caballero de San Francisco, Sujodol, En el campo, La aldea, El primer amor, Una noche de primavera, El sacramento del amor, La noche y muchos más.
Fue el primer ruso en ganar el Premio Nobel.
Es el triste y dulce poeta del paisaje provincial, es algo así como el Gabriel Miró ruso.
Entre sus obras: El caballero de San Francisco, Sujodol, En el campo, La aldea, El primer amor, Una noche de primavera, El sacramento del amor, La noche y muchos más.
Fue el primer ruso en ganar el Premio Nobel.
"Calma vespertina":
Se extiende ya las sombras de la noche
Pero esta azul el occidente,
La brisa procedente de los lagos
Pasa sobre los campos
Fresca y leve.
Caluroso y pesado a sido el dia
Más ya la noche se aproxima
Y viene borrando toda pena
Y murmurando una canción de cuna,
que adormese
Silencio soledad.
La noche avanza con su callado paso
Tristemente oh corazón descanse pues.
Y olvida, reposa corazón, reposa y duerme.
Se extiende ya las sombras de la noche
Pero esta azul el occidente,
La brisa procedente de los lagos
Pasa sobre los campos
Fresca y leve.
Caluroso y pesado a sido el dia
Más ya la noche se aproxima
Y viene borrando toda pena
Y murmurando una canción de cuna,
que adormese
Silencio soledad.
La noche avanza con su callado paso
Tristemente oh corazón descanse pues.
Y olvida, reposa corazón, reposa y duerme.
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