EDITORIAL, "el Fraude Macrista":

Lorenzo de Médici (príncipe del Renacimiento SXVI), tenía un Durán Barba que le aconsejaba como mantener el Poder.

Este palaciego asesor escribió un librejo que se conoce como “EL PRÍNCIPE”.

El Durán Barba de la prehistoria de la política se llamó Nicolás Maquiavelo, de allí a todo lo retorcido y engañoso se le dice “maquiavelismo”, para expresar lo negativo y repudiable.

Dijimos en numerosas editoriales que nosotros consideramos que la “Política” es un arte, sin embargo no podemos ignorar que para algunos también es una herramienta para obtener el poder público, mantenerlo a cualquier costo y para ello es válido mentir y hasta matar.

Los exponentes de los medios de comunicación masiva (periodistas-comunicadores-entretenedores), cuentan con el conocimiento suficiente para saber que el hombre masivo del presente es absolutamente “manipulable”.

Sus profesiones solventadas por algún grupo de interés los lleva a manipular información y tergiversar hechos.

Podemos mencionar como al pasar algunos de estos estafadores de la fe pública, Eduardo Feinmann, Victor Hugo Morales, Pablo Vilouta, Alejandro Fantino, siguen las firmas.

Todos enarbolan la bandera de la anticorrupción, de la transparencia, de la lógica (¿?). Todos se ofenden cuando prestamos atención a las fortunas obtenidas, porque ellos son “honestos”.

Marcelo D’Alessio los desnuda (como a Daniel Santoro), los emparenta con Lilita Carrió y sus acólitas y nos presenta una forma de la política que lejos de ser arte es una cosa amorfa ligada con esa “mierda” que el presidente Macri contrapone con los alimentos de los más pobres.

A años luz de la filosofía superadora de las teorías decimonónicas que condenan a la “insectificación” del hombre, el sistema pone las ideas confrontativas que se alimentan de la grieta inevitable, estos profetas del odio no reparan que cada gesto falaz condena a miles a no poder ver jamás la luz al final del túnel.

Horas y horas de debate sobre “precios invisibles”, ocultan la real pauperización, la dilución de masa encefálica del hombre que advierte que su “yo” carece de sentido.

Que apenas le queda violentarse (como puede) contra un sistema que lo tiene atrapado con engaños y mentiras por otros “yo” que a su vez están atrapados por una estancia superior de engaños y mentiras.

La clase media, como arena, se cuela por los intersticios de un subsuelo cloacal y se justifica en que el olor de su mierda (su propia materia fecal) tiene un cierto glamour.

Pero a todo sistema es factible oponerle otro sistema.

Tenemos suerte porque ni siquiera debemos inventar métodos ni axiomas. Desde la antigüedad hombres preclaros advirtieron que el hombre como individuo solo puede realizarse (ser pleno) en relación a otros hombres que lo contienen y le dan sentido.

Si para un argentino no hay nada mejor que otro argentino y que cada argentino deben producir por lo menos lo que consume, la cosa es fácil de entender.

Salir de la grieta no es tan difícil a pesar de los intentos del sistema de mantenernos en ella, solo empecemos a llamar a las cosas por su nombre.

Usted tiene la palabra!!!.