"Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia".
Como siempre el Tango da su testimonio a través de sus letras de todos los acontecimientos populares y no podía faltar los festejos del carnaval.
Pero primero debemos decir que la llegada a la Argentina de estas tradiciones fue a través de los inmigrantes (españoles e italianos) y se cree que los primeros corsos se realizaron hacia mediados del siglo XVIII.
Esta celebración tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (entre febrero y marzo según el año) y finaliza el martes anterior al miércoles de ceniza.
Pero nosotros nos vamos a referir al carnaval y el Tango, ambos fueron protagonistas de alegrías, penas, desilusiones y soledad, que muy posiblemente se disimulaban en la festividad de esos días.
El carnaval como el Tango se popularizó y ese espíritu de liberación se plasmó en las calles llegando a todas las clases sociales, y detrás de los antifaces y las caretas encontraban la forma de liberarse por unos días y dar “rienda suelta” a las emociones y la algarabía.
Muchos fueron los poetas de Tango que escribieron sobre el Carnaval, dónde reinaban momentos llenos de sensualidad y de romance con la mascarita inesperada, o de reencuentros con ese hechizo esotérico tras el antifaz, que posiblemente duraba una noche llena de promesas, emociones, amoríos y desengaños.
Los disfraces más populares fueron los de colombina, pierrot, cocoliche, arlequín, payaso o muchas veces un simple antifaz.
Existían los juegos con serpentinas, con papel picado y los pomos con perfume que cuando entraba en los ojos producía ardor y los más ingenuos cargados con agua.
Los populares corsos atravesaban las principales avenidas de la Capital, siendo el más famoso el de la Avenida de Mayo.
También, las calles más tradicionales de cada barrio tenían los suyos, principalmente, los grandes bailes de carnaval.
La ceremonia tenía sus ritos y exigencias.
Pero primero debemos decir que la llegada a la Argentina de estas tradiciones fue a través de los inmigrantes (españoles e italianos) y se cree que los primeros corsos se realizaron hacia mediados del siglo XVIII.
Esta celebración tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (entre febrero y marzo según el año) y finaliza el martes anterior al miércoles de ceniza.
Pero nosotros nos vamos a referir al carnaval y el Tango, ambos fueron protagonistas de alegrías, penas, desilusiones y soledad, que muy posiblemente se disimulaban en la festividad de esos días.
El carnaval como el Tango se popularizó y ese espíritu de liberación se plasmó en las calles llegando a todas las clases sociales, y detrás de los antifaces y las caretas encontraban la forma de liberarse por unos días y dar “rienda suelta” a las emociones y la algarabía.
Muchos fueron los poetas de Tango que escribieron sobre el Carnaval, dónde reinaban momentos llenos de sensualidad y de romance con la mascarita inesperada, o de reencuentros con ese hechizo esotérico tras el antifaz, que posiblemente duraba una noche llena de promesas, emociones, amoríos y desengaños.
Los disfraces más populares fueron los de colombina, pierrot, cocoliche, arlequín, payaso o muchas veces un simple antifaz.
Existían los juegos con serpentinas, con papel picado y los pomos con perfume que cuando entraba en los ojos producía ardor y los más ingenuos cargados con agua.
Los populares corsos atravesaban las principales avenidas de la Capital, siendo el más famoso el de la Avenida de Mayo.
También, las calles más tradicionales de cada barrio tenían los suyos, principalmente, los grandes bailes de carnaval.
La ceremonia tenía sus ritos y exigencias.
Empezaba a la tarde con los juegos con agua, continuaba con los corsos y concluía en la noche con los grandes bailes que se extendían hasta la madrugada.
Eran días y noches de fiesta con alegría colectiva.
Eran días y noches de fiesta con alegría colectiva.
Entonces nadie podía excluirse, quedarse afuera.
El carnaval se imponía para todos.
Eran los famosos cuatro días locos que cantaba Alberto Castillo en una exitosa marcha escrita por Rodolfo Sciammarella.
Las grandes formaciones musicales de esos años trabajaban todos los fines de semanas, pero la gran temporada era la del carnaval, cuando los requerimientos se multiplicaban una misma orquesta podía tocar en tres o cuatro clubes distintos la misma noche.
Eran los famosos cuatro días locos que cantaba Alberto Castillo en una exitosa marcha escrita por Rodolfo Sciammarella.
Las grandes formaciones musicales de esos años trabajaban todos los fines de semanas, pero la gran temporada era la del carnaval, cuando los requerimientos se multiplicaban una misma orquesta podía tocar en tres o cuatro clubes distintos la misma noche.
Vamos a mencionar algunos títulos de Tangos dedicados a esta fiesta popular:
“Serpentinas de esperanza”; “Siga el corso”; “Soy un arlequín”; “Siempre es carnaval”; “Todo el año es carnaval”; “Papel picado”; “Otra vez carnaval”; “Después de carnaval”; “Cascabelito”; “En el corsito del barrio”; “Carnaval de mi barrio”; “Sacate la caretita”; “Pobre colombina”; “Esta noche en Buenos Aires”.
En la actualidad, el carnaval dejó de ser lo que fue entonces, ya no se festeja espontáneamente por la gente, aunque muchas murgas han surgido en los últimos años, sumándose a las históricas que sobrevivieron con mucho sacrificio.
La decadencia del carnaval representa uno de los tantos cambios que sufrieron las costumbres populares argentinas.
La crisis económica de nuestro país en este momento empaña todo el espíritu de alegría que debe tener un pueblo para salir a festejar.
Me despido de todos ustedes hasta el próximo encuentro, dejándoles la letra de “Siempre es carnaval”, Tango de Emilio y Osvaldo Fresedo:
Y siempre es carnaval.
Van cayendo serpentinas,
unas gruesas y otras finas
que nos hacen tambalear.
Y cuando en tu disfraz
la careta queda ausente
en tu cara de inocente,
todo el año es carnaval.
¡Y viva el carnaval!
Vos ves siempre lucecitas.
Sos la eterna mascarita
que gozás con engañar.
Y cuando en tu disfraz
la careta queda ausente
en tu cara de inocente,
todo el año es carnaval.
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