La legalización del aborto permite superar todos los inconvenientes de aquellas mujeres que atraviesan por la penuria de tener que llevar adelante un embarazo no deseado?.
Seguramente el embarazo no deseado va a entorpecer sus actividades y sumar problemas a los ya existentes.
Pero no es menos cierto que aceptar el aborto como solución nos coloca en una grado inferior como seres humanos.
Tiramos a la basura todo concepto de derechos humanos.
De este modo los abortistas y los pro-vida se dividen sin que aparezcan alternativas de solución al verdadero problema.
Tampoco se puede obviar que la despenalización resultaría un pingue negocio para esas empresas liberales que hacen de la salud un medio para enriquecerse en forma brutal.
Con la Ley que legaliza el aborto las mujeres que pueden pagar tendrían un aborto seguro, mientras que las más pobres deberán seguir penando en los sistemas públicos de salud sumando problemas a los problemas.
Contra esa sensación de una humanidad que superó los atavismos religiosos, los cristianos se hicieron sentir fuertemente, con mucha presión por impedir que los senadores, sobre todo los de las provincias con mas ataduras religiosas, voten por la aprobación.
La Argentina, a pesar de todo, guarda en la religión una fuerte impronta.
Lástima que luego son pocos los que actúan cristianamente, de ser así otros vientos soplarían para pobres y débiles.
El Presidente de la Nación, Mauricio Macri, se puso por esa especulación de oponer un problema a otro problema, en el ojo de la tormenta, no logró el cometido y sumó otro fracaso a su larga lista de fracasos.
Las normas internacionales, que nuestra Constitución Nacional adopta como propias, (reforma de 1994) determinan que hay vida desde la concepción, es decir desde el momento que el espermatozoide (masculino) entra en el ovulo (femenino) y comienza la multiplicación celular.
También nuestro Código Civil así lo prescribe.
Detalle que en diputados fue soslayado convirtiendo el proyecto de Ley en INCONSTITUCIONAL.
Senadores puso las cosas en su lugar, más allá de los argumentos en diversos sentidos de algunos senadores.
Pero, como dijimos antes, este voto por la negativa, no suspende el problema. Los abortos clandestinos seguramente seguirán su curso, los embarazos no queridos se seguirán produciendo.
No hay verdaderos programas que apunten a superar esta situación, ni desde el punto de vista religioso, ni del médico y mucho menos del político.
Todo el circo se agota en el circo mismo.
Por eso creo que siendo el embarazo adolescente un problema social, las fuerzas sociales se aboquen a realizar propuestas superadoras.
Educación para la vida, contención adolescente, salidas para la pobreza, combate contra la marginalidad, compromiso con el dolor del prójimo, organizar la comunidad para la superación del hombre.
Despreciar una vida, aunque sea fetal, es despreciar a toda la humanidad.
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