Como aburrida de todo aburrimiento, la representante del "Chaco dictatorial" juega al arma y desarma, y es la amiga que nadie quiere tener voluntariamente.
La época de la dictadura militar (1976-1983), la tuvo como abogada de cierta relevancia.
Eso la llevo a ocupar un lugar en la reforma Constitucional de 1994, de la mano de Raúl Alfonsín.
Hoy es diputada nacional de la mano de Mauricio Macri en la alianza Cambiemos.
Alguna vez fue devota católica con cruz al pecho incluida, y ahora se le escucha despotricar contra el Papa Francisco.
De defensora de los derechos humanos admite por la vida de la República que haya avanzado el tema de la legalización del aborto.
Para ella la gran causa es la República.
Esto le ha servido de paraguas, lanzar sapos y culebras contra opositores políticos de diversa índole.
De amiga de CFK en épocas menemistas la vimos enceguecida enemiga durante el Gobierno kirchnerista.
Mira a las cámaras de TV y recita su propio preámbulo con cierta admonición para aquellos que no comulguen con sus ideas, salvo cuando ella se rinde ante la honestidad de sus socios macristas.
Ella habló con Arribas (actual jefe de los espías de Macri) y creyó en su honestidad.
Algo parecido ocurrió con aquellos que tienen sus dineros en paraísos fiscales.
Le traspasó su versión angelical a María Eugenia Vidal (cuidado con eso).
Son patriotas que vienen a la Argentina y dejan sus grandes intereses para trabajar por "los negritos".
Además de política sagaz es socióloga diplomada.
Se dio cuenta que el mal que aqueja a los pobres es que los ricos no les dan propina, entonces deja de lado su lucha por la República y se pone a salvar pobres pidiendo a los más ricos a dar propinas porque eso los torna solidarios.
Se duerme en plena sesión?. No, lo que pasa es que mientras los demás discuten temas desagradables de negocios y economía ella piensa en cómo salvar la República.
Como noticia de último momento se sabe que Lilita le pone el cuerpo a Macri.
Está decidida a recorrer el país en la campaña electoral de Macri 2019 (¿?).
Para eso exige estar en la mesa chica, algún macrista insidioso dijo "No va a entrar".





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