En un mundo austero de buenos modales, es valioso recordar que todos somos necesarios.
Que la paternidad también es cosa seria y que los padres son importantes.
Que las diferencias de géneros, ocupan espacios que suman; que los roles amorosos hacen a las personas mejores.
Que los extremos rompen consignas y deterioran las relaciones.
Que los padres también educan, enseñan, guían; que la igualdad de derechos presume igualdad de obligaciones.
Que los padres acarician, que los padres juegan.
Que la hombría enseña a ser libres de prejuicios.
Que un padre llora.
Que un padre cocina, y lava, y cambia pañales.
Que los errores del pasado se enmiendan con ejemplos.
Que podemos contar los mismos cuentos y cantar las mismas canciones.
Que fregar un piso no te hace menos hombre.
Que acompañar es un lugar de privilegio.
Que un padre, un tío, un hermano, un abuelo, un hijo nos enseñan a ser más íntegras.
Que aprendemos de las diferencias. Que es maravilloso el abrazo de un padre, que es sincero el consejo de un hermano.
Que los abuelos son eternos aunque se vayan y que un hijo siempre nos hace madurar.
Los padres son necesarios, hoy o cualquiera de los días del calendario; a pesar de tantas transformaciones y cambios culturales.
Los padres no son ellos; somos nosotros aprendiendo una manera más humana.
Los padres son necesarios, hoy o cualquiera de los días del calendario; a pesar de tantas transformaciones y cambios culturales.
Los padres no son ellos; somos nosotros aprendiendo una manera más humana.
A los padres, gracias; también por mi esencia femenina.
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