Sumergirse en la historia de la mítica Buenos Aires a comienzos del pasado Siglo XX, y encontrarse con estos queridos personajes de nuestro Tango dónde reinaba la bohemia de la noche, es maravilloso!!!.
Imagino estar sentada en una confitería de la calle Corrientes, saboreando un humeante y rico café y ver entrar al gran "Tito Lusiardo", asombrada me paro y lo invito a sentarse a mi mesa para realizarle una nota, la que siempre soñé, a un artista símbolo de Buenos Aires.
Llamo al mozo, le pido un café para Tito, y con grabador en mano comienzo a desarrollar mis preguntas:
-Buen día Tito, quisiera que me cuente sobre su vida personal y artística. ¿Usted nació en Galicia o en Buenos Aires?.
*-Nací en El Ferrol, sobre la orilla septentrional de la ría de Betanzos, en La Coruña, pero se puede decir que nací en San Telmo, en la calle Venezuela, entre Bolívar y Defensa; y me crié en México, entre Paseo Colón y Balcarce; barrio de guapos y de tangos, Paseo Colón y Balcarce, mi verdadero nombre es César Luis.
-¿Cuénteme de sus padres?.
*-Mi papá era uruguayo, Francisco Lusiardo era toldero, socio de la firma Longobardi, le dieron unos pesos y vendió su parte, era un hombre como yo, así, sencillo, sin pensar en el futuro, agradecido siempre de tener salud, y mi mamá, Elvira Amuedo se sacaba "la diaria" -como decimos nosotros los porteños- poniéndole el lacre a las cartas, era española de Vigo, éramos cuatro hermanos, Tithina, Mario, Alejandro y yo.
-¿Qué cosas recuerda de su infancia?.
*-Yo vivía en Corrientes 540, tendría cinco o seis años, era un chiquilín y me acuerdo que lo veía al general Mitre, mire... siempre pasaba por allí, era un hombre alto, pero éstos son recuerdos muy viejos…
-¿A qué escuela iba?.
*-En el colegio Catedral Norte, en Reconquista entre Lavalle y Corrientes.
-¿Y qué recuerdos tiene de esos momentos de infancia?.
*-Aparte de llegar tarde a la escuela, (se ríe…), jugábamos al fútbol, hacíamos guerrilla barrio contra barrio.
-¿Qué cosas le gustaban aparte de jugar al fútbol?.
*-Bailar, a los doce o trece años bailaba en Bolívar y Moreno al compás del organito.
-¿Quién le enseño a bailar?.
*-Aprendí solo, bueno a mi mamá le gustaba mucho el baile. En aquella época se hacían fiestas en las casas, los domingos a la tarde, allí aprendí a bailar. Venían a veces una guitarra y un bandoneón y se bailaba Tango entre vecinos, porque en esa época se hacía un culto de la amistad, (piensa…) por esos años mi padre adornaba todos los corsos de Buenos Aires de Florida y Corrientes en los carnavales.
-¿Cuándo comenzó su vocación por el teatro?.
*-Fue porque mi padre alquiló el sótano del negocio para un Teatro para aficionados, le estoy hablando del año seis o siete, ya tendría doce años, a partir de ese momento empecé a entusiasmarme con la actuación. Yo era empleado del bazar París, que estaba en Chacabuco y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), y me gustaba pasar por el Café de los Inmortales, me interesaban las crónicas, ver a los actores.
-¿Y actuando?.
*-Como actor empecé en "El cabaret", de Carlos María Pacheco, y un día se enfermó la pareja de baile y tuve que salir yo. Me pusieron el smoking y bailé. Y salí bien, ahí comenzó todo; me contrataron, me hablaron para que siguiera como partiquino (actor sin cartel) en una obra de Pelay, "Bajo Belgrano", donde tiré dos bocadillos.
-¿Qué le gustaba más, bailar o actuar?.
*-El teatro, por sobre todas las cosas, usted está frente a las fieras. He bailado porque el actor debe bailar cuando lo requiere la escena.
-¿Conoció otros buenos bailarines?.
*-He conocido al vasco Aín, que bailó ante el Papa, en el veinticinco; he conocido al Mocho, al Cachafaz -un hombre sereno-, y a un gran bailarín y actor cómico que se mató en El Nacional, Delfor Robledo; daban la obra "Los reservistas" y estaban tirando tiros; en el momento en que tiraban tiros en la escena, él tiraba tiros en el patiecito que había en El Nacional viejo; no entraba en el segundo acto; esa vez se olvidó que había quedado una bala y dijo (acompañando con el gesto de llevarse el revólver a la sien), "así se mata un hombre", y se mató.
-¿Cómo lo conoció a Gardel?.
*-A Carlos Gardel lo había conocido en el año 1913, cuando yo era utilero del teatro El Nacional. A mí me tocaba colocar las sillas que usaban él y Razzano cuando trabajaban en la compañía Muiño-Alippi. Carlos era en esa época un muchacho muy callado. Yo en seguida le tomé simpatía; después vino mi enorme admiración hacia él: cantaba como los dioses. En el 33, veinte años más tarde, la suerte quiso que yo comenzara a trabajar junto a Carlos. Era un ser humano maravilloso. Nos hicimos grandes amigos. La obra se llamaba De Gabino a Gardel, y yo era, junto a otros grandes actores, una de las principales figuras.
Fue en esa temporada cuando Carlos me contrató para ir a filmar a Nueva York las películas "El día que me quieras" y "Tango Bar". Delia, mi mujer, trabajaba también en esa obra. Por entonces, se hacía la función vermut; Delia y yo, en el intervalo, acostumbrábamos a tomar mate con facturas en nuestro camarín. Una tarde, Carlos, quien siempre se arrimaba a la mateada me dijo: "Necesito un galán recio para filmar conmigo en los Estados Unidos y se me ocurrió que podías ser vos. ¿Te animas, Tito?". Yo quedé mudo; pensé que todo era una broma. Carlitos era especialista en hacer chistes. Con Delia le dijimos que no hiciera bromas de ese tipo, y él respondió: "Hablo muy en serio. Te contrato para filmar en Nueva York". Y fue así no más, un mes después me embarcaba rumbo a los Estados Unidos.
-¿Y qué le pareció Nueva York?.
*-Ah, muy bien: maravilloso. Imagínese en el año treinta y cinco era una cosa. Bueno, pero ya estando al lado de Carlos todo era maravilloso. Yo tenía que haber hecho la última gira con él; iba ir haciendo la primera parte con mi esposa, para que entrara Carlitos en la segunda parte a cantar: era mucho que él hiciera todo, pero resulta que mi señora no se animó a ir.
-¿Estaba en Buenos Aires cuando murió Gardel?.
*-Estaba en Córdoba de gira (eran otras épocas, había que salir a "buscar" laburo); el canillita en la puerta del teatro, después de la función vermú, decía "la muerte de Carlos Gardel" y yo no le llevé el apunte, imagínese; pensé que sería una propaganda de esas. Parábamos en el City Hotel, al lado del teatro Comedia, de Córdoba, y estábamos cenando, pero no cenábamos: lo que había dicho ese canillita, pero me dije: "voy a averiguar esto", y le pregunto al corresponsal de La Prensa, entonces ahí, a las nueve de la noche (su voz apenas se quiebra) me dio la noticia de que se había muerto Carlitos.
-¿Qué cosa de Gardel recuerda en este momento?.
*-Le voy a contar cómo terminó la última filmación; la fiesta se hizo cuando terminaron la última toma, que fue la jota de "Tango Bar". Ahí se acostumbra a romper los libretos y se brinda con champagne. Carlitos invitó a todo el equipo y esa noche me cantó como seis tangos; me cantó "Mano a mano" y me terminó con "Buenos Aires". "Y ahora bailá, Tito", me dijo cuando dejó de cantar, y bailé con la chica con la que bailo en Tango Bar. Los americanos me hicieron bailar como seis veces. Y después, cuando me acompañaron a bordo para despedirme -vino Carlitos, Lepera, un gran poeta, un gran escritor-, no pudieron aguantar y media hora antes se fueron. (Su voz vuelve a quebrarse casi imperceptiblemente); me besó Carlos, me besó Lepera.
*-Como actor empecé en "El cabaret", de Carlos María Pacheco, y un día se enfermó la pareja de baile y tuve que salir yo. Me pusieron el smoking y bailé. Y salí bien, ahí comenzó todo; me contrataron, me hablaron para que siguiera como partiquino (actor sin cartel) en una obra de Pelay, "Bajo Belgrano", donde tiré dos bocadillos.
-¿Qué le gustaba más, bailar o actuar?.
*-El teatro, por sobre todas las cosas, usted está frente a las fieras. He bailado porque el actor debe bailar cuando lo requiere la escena.
-¿Conoció otros buenos bailarines?.
*-He conocido al vasco Aín, que bailó ante el Papa, en el veinticinco; he conocido al Mocho, al Cachafaz -un hombre sereno-, y a un gran bailarín y actor cómico que se mató en El Nacional, Delfor Robledo; daban la obra "Los reservistas" y estaban tirando tiros; en el momento en que tiraban tiros en la escena, él tiraba tiros en el patiecito que había en El Nacional viejo; no entraba en el segundo acto; esa vez se olvidó que había quedado una bala y dijo (acompañando con el gesto de llevarse el revólver a la sien), "así se mata un hombre", y se mató.
-¿Cómo lo conoció a Gardel?.
*-A Carlos Gardel lo había conocido en el año 1913, cuando yo era utilero del teatro El Nacional. A mí me tocaba colocar las sillas que usaban él y Razzano cuando trabajaban en la compañía Muiño-Alippi. Carlos era en esa época un muchacho muy callado. Yo en seguida le tomé simpatía; después vino mi enorme admiración hacia él: cantaba como los dioses. En el 33, veinte años más tarde, la suerte quiso que yo comenzara a trabajar junto a Carlos. Era un ser humano maravilloso. Nos hicimos grandes amigos. La obra se llamaba De Gabino a Gardel, y yo era, junto a otros grandes actores, una de las principales figuras.
Fue en esa temporada cuando Carlos me contrató para ir a filmar a Nueva York las películas "El día que me quieras" y "Tango Bar". Delia, mi mujer, trabajaba también en esa obra. Por entonces, se hacía la función vermut; Delia y yo, en el intervalo, acostumbrábamos a tomar mate con facturas en nuestro camarín. Una tarde, Carlos, quien siempre se arrimaba a la mateada me dijo: "Necesito un galán recio para filmar conmigo en los Estados Unidos y se me ocurrió que podías ser vos. ¿Te animas, Tito?". Yo quedé mudo; pensé que todo era una broma. Carlitos era especialista en hacer chistes. Con Delia le dijimos que no hiciera bromas de ese tipo, y él respondió: "Hablo muy en serio. Te contrato para filmar en Nueva York". Y fue así no más, un mes después me embarcaba rumbo a los Estados Unidos.
-¿Y qué le pareció Nueva York?.
*-Ah, muy bien: maravilloso. Imagínese en el año treinta y cinco era una cosa. Bueno, pero ya estando al lado de Carlos todo era maravilloso. Yo tenía que haber hecho la última gira con él; iba ir haciendo la primera parte con mi esposa, para que entrara Carlitos en la segunda parte a cantar: era mucho que él hiciera todo, pero resulta que mi señora no se animó a ir.
-¿Estaba en Buenos Aires cuando murió Gardel?.
*-Estaba en Córdoba de gira (eran otras épocas, había que salir a "buscar" laburo); el canillita en la puerta del teatro, después de la función vermú, decía "la muerte de Carlos Gardel" y yo no le llevé el apunte, imagínese; pensé que sería una propaganda de esas. Parábamos en el City Hotel, al lado del teatro Comedia, de Córdoba, y estábamos cenando, pero no cenábamos: lo que había dicho ese canillita, pero me dije: "voy a averiguar esto", y le pregunto al corresponsal de La Prensa, entonces ahí, a las nueve de la noche (su voz apenas se quiebra) me dio la noticia de que se había muerto Carlitos.
-¿Qué cosa de Gardel recuerda en este momento?.
*-Le voy a contar cómo terminó la última filmación; la fiesta se hizo cuando terminaron la última toma, que fue la jota de "Tango Bar". Ahí se acostumbra a romper los libretos y se brinda con champagne. Carlitos invitó a todo el equipo y esa noche me cantó como seis tangos; me cantó "Mano a mano" y me terminó con "Buenos Aires". "Y ahora bailá, Tito", me dijo cuando dejó de cantar, y bailé con la chica con la que bailo en Tango Bar. Los americanos me hicieron bailar como seis veces. Y después, cuando me acompañaron a bordo para despedirme -vino Carlitos, Lepera, un gran poeta, un gran escritor-, no pudieron aguantar y media hora antes se fueron. (Su voz vuelve a quebrarse casi imperceptiblemente); me besó Carlos, me besó Lepera.
-¿Qué recuerdo tiene de las actrices que compartieron escenario con usted?.
*-Una de mis mejores compañeras de baile fue Tita Merello; juntos bailamos en “El Nacional” en una obra que hacía Francisco Canaro, “La muchachada del centro” ; Dorita Burgos fue otra de mis inolvidables compañeras; con ella hice pareja muchas veces, era una paloma bailando; Beba Bidart, otra de las más dúctiles bailarinas de nuestro medio.
-¿Cuál fue el mejor día de su vida?.
*-El día que me casé con mi mujer. Me casé con mi esposa, Adela Delia Codebó, primera actriz, ella entró en “El Nacional” por el año treinta, y ahí me casé.
-¿Le gustaría vivir como esta generación, en siglo XXI?.
*-Ya le he dicho, no cambio mi vida: he tenido muchas satisfacciones. Mi infancia y mi juventud fueron lindas. La cosa no era fácil, había mucha miseria, pero con un centavo en el bolsillo éramos los seres más dichosos del mundo. Cuando dejaba de trabajar en la puerta del teatro Colón, dormía dos o tres horas y después me iba a trabajar de vendedor a una ferretería. De pasada, recuerdo, compraba el diario y me iba leyendo todas las notas y críticas sobre teatro. Era feliz, no cambiaría mi vida.
Maravillada, terminé la entrevista agradeciéndole su gentileza, él se paró y con una sonrisa me besó la mano y me preguntó:
*-¿En qué diario sale la entrevista?.
Yo contesté: -En "CNS"... Cadena Noticia Sur.
Este muy querido y recordado actor y bailarín "Tito Lusiardo" nació un 13 de setiembre de 1896 y nos dejó un 25 de junio de 1982.
Me despido de ustedes hasta el próximo encuentro tarareando un Tango que lo pinta de cuerpo entero:
Porteño y bailarín, me hiciste Tango, como soy:
Romántico y dulzón...
Me inspira tu violín, me arrastra el alma de tu compás,
me arrulla el bandoneón...
Melancólica casita, suspirando amor,
le di en tus puertas mi querer,
y en tu criolla ventanita recostada al sol,
rompió mis cuerdas el ayer.
Todo mi drama está en tu voz,
manos en adiós,
labios en carmín...
Por ella y por su amor me hiciste Tango, como soy:
¡Porteño y bailarín!
Qué importa el sueño,
que a mis pupilas roban,
las mentidas horas
de bailar sin calma.
¡Qué importa el miedo
de dar la vida!
Si encontrara el beso,
que me pide el alma.
Hoy se que fueron
Tangos, amor y copas,
Golondrinas locas,
en mi corazón.
Porteño y bailarín, resuena Tango... que en tu voz
hoy vivo un novelón.
Su aliento vuelve a mi como esa noche que abracé,
su tierno corazón...
Melancólica casita de cristal y azul,
si a preguntar vuelve una vez,
en tu criolla ventanita transformada en cruz,
decile cuánto la lloré.
Una guitarra, un bordonear,
sueños y cantar...
¡Todo se llevó!
Porteño y bailarín, me hiciste Tango, como soy,
Me despido de ustedes hasta el próximo encuentro tarareando un Tango que lo pinta de cuerpo entero:
Porteño y bailarín, me hiciste Tango, como soy:
Romántico y dulzón...
Me inspira tu violín, me arrastra el alma de tu compás,
me arrulla el bandoneón...
Melancólica casita, suspirando amor,
le di en tus puertas mi querer,
y en tu criolla ventanita recostada al sol,
rompió mis cuerdas el ayer.
Todo mi drama está en tu voz,
manos en adiós,
labios en carmín...
Por ella y por su amor me hiciste Tango, como soy:
¡Porteño y bailarín!
Qué importa el sueño,
que a mis pupilas roban,
las mentidas horas
de bailar sin calma.
¡Qué importa el miedo
de dar la vida!
Si encontrara el beso,
que me pide el alma.
Hoy se que fueron
Tangos, amor y copas,
Golondrinas locas,
en mi corazón.
Porteño y bailarín, resuena Tango... que en tu voz
hoy vivo un novelón.
Su aliento vuelve a mi como esa noche que abracé,
su tierno corazón...
Melancólica casita de cristal y azul,
si a preguntar vuelve una vez,
en tu criolla ventanita transformada en cruz,
decile cuánto la lloré.
Una guitarra, un bordonear,
sueños y cantar...
¡Todo se llevó!
Porteño y bailarín, me hiciste Tango, como soy,
romántico y dulzón...





Leo 0 comentarios, no me sorprende pero me entristece. La clave está en la pregunta si le gustaría vivir en el siglo XXI. Si bien hay mucha gente mayor que se pasea por FB, tal vez no sean lo suficientemente mayores como para charlar un mano a mano con alguien que vino al mundo en 1896. Diez años mayor que mi Vieja. De los milenials ni hablar. La Periodista se supo ubicar no sólo por oficio, lo hizo más por sentimientos. Está claro en las preguntas y las supuestas respuestas. Allí, frente a ella, tomando un café ESTABA Tito Lusiardo. Yo lo había visto actuando en películas. Lo había visto en el Teatro de Revistas desde mocoso cuando nos dejaban subir a hacer la “claque” aunque no tuviéramos diez y ocho años. Lo había visto en Televisión, y lo traté personalmente cuando el era mayor y yo un adulto. Un artista al que conocí en la década de 1930 sentado en la butaca de un Cine. Un hombre que me acompañó con su arte toda su vida. Un señor que quedó hoy en el recuerdo de unos pocos, por su admiración a Carlos Gardel. Gracias por haberlo “entrevistado”, no dentro de mucho es posible que lo encuentre y le cuente que leí este Reportaje.
ResponderBorrarTengo 44 años y me gusta el cine clásico..lo conocí viendo varias películas de Manuel Romero, la primera que vi fue "Isabelita" su actuación una genialidad..muy gracioso...
Borrar