Hoy recordamos al “Tata” Floreal Ruiz, maestro del fraseo y la interpretación!!!:

Este querido cantor que hoy recordamos, Floreal Ruiz, surgió en la décadas del 40’ y del 50’ junto a grandes orquestas del momento.

Nacido en el barrio de Flores Sur, de la ciudad de Buenos Aires, un 29 de marzo de 1916, en el seno de una familia de condición humilde.

Después de asistir a la escuela primaria, en los tiempos libres disfrutaba junto a sus amigos en correrías infantiles y jugando al fútbol, pasión que practicaban en los potreros, dónde muchos soñaban consagrarse en “primera división”, no en el caso de Floreal que descubrió que su inclinación sería la del canto.

En su juventud, como muchos otros de su edad, siendo momentos de crisis económica en la Argentina por la década infame, tenía que ayudar a los ingresos de familia; colaboraba en la tapicería de su padre sumando a eso la tarea de repartidor de pan y leche a domicilio, sin dejar de escuchar los programas radiales que difundían las voces de Gardel, Corsini y Magaldi entre otros.

En los barrios eran momentos donde estaba en auge las serenatas, y junto a otro amigo y vecino suyo, Piero Fontana, que después se consagró como Hugo del Carril, eran los encargados de llevarlas a cabo.

Siempre que podía se anotaba en los concursos que las radios ofrecían a los cantores, pero con un nombre distinto, para que no se enterara su padre, que no estaba de acuerdo en que su hijo eligiera esa profesión.

Pero a pesar de todo, un día gana un concurso y comienza a participar de la orquesta de José Otero, con quién se presenta en radio Belgrano y radio Prieto, y es con la orquesta de Alberto Mancione dónde se luce en la noche porteña, siendo como todos un instrumento más de las formaciones que eran netamente bailables.

Es con la orquesta del maestro Alfredo De Angelis, que alcanza la popularidad, demostrando la magia y el sentimiento de la escuela hecha en las esquinas y patios de su barrio.

Sin embargo, cuando se incorpora a la orquesta de Aníbal Troilo, “Pichuco” para reemplazar al tano Fiorentino que se había ido para formar su propia orquesta, es cuando logra una brillante etapa junto a “la voz de oro” del Tango, Alberto Marino, con quién dejó admirables grabaciones a dúo.

Con Troilo estuvo cuatro años y más adelante fue tentado por Francisco Rotundo a sumarse a las filas de su agrupación orquestal, período que comparte escenario con los cantores Carlos Roldán y Enrique Campos, con quienes se vuelve a destacar en los duetos.

Para muchos, la gran etapa del Tata Floreal Ruiz fue con la orquesta del maestro José Basso, dónde quedan plasmadas cuarenta grabaciones de maravillosas versiones, incluídas cuatro a dúo con los cantores Alfredo Belusi y Jorge Durán.

El mote de “Tata” se lo puso el cantor Mario Bustos, porque data que cuando viajaban al exterior varios cantores, Floreal era el encargado de hacerse cargo del dinero y distribuirlo cuando llegaban a Buenos Aires, el motivo, era que no se lo “despilfarraran” y todos sus colegas estaban de acuerdo, un día Bustos que necesitaba perdirle dinero a cuenta, dijo: “Voy a pedirle a “Tata Dios” que me afloje unos mangos”, todos festejaron esa ocurrencia, inclusive él que se sentía por su experiencia y edad un poco el padre de ellos, y riéndose aceptó ese apodo.

Sus últimas grabaciones las realizó con la orquesta Típica dirigida por el recordado y talentoso Raúl Garello, “Divina”, “Buenos Aires conoce”, “A quién le puede importar”, ya con una voz madura pero dónde demuestra toda la técnica adquirida y emplea el especial fraseo de siempre en sus interpretaciones.

Como autor dejó tangos como: “Tu beso y nada más”, “Y no tenés perdón”, “Mudana”, “Te quiero por buena” entre otros…

Fue un cantor de barrio, popular, cordial, buen amigo, que amaba su profesión, la que por mucho tiempo lo alejó de su padre, que no aceptando que cante un día lo había echado de su casa, pero que el lazo sanguíneo hizo que con el tiempo se reencontraran en una cálido abrazo a la salida de una de sus actuaciones.

Se casó con Leonor Elisa y tuvo un hijo, Floreal, que a su vez se casó y le dió dos nietos que por falta de tiempo en este mundo no llegó a conocer.

Le encantaba comer bien, y abusaba de los atados de cigarrillos, que nada pudo hacer su médico de cabecera advirtiéndole que debía cuidarse.

A pesar de la indicación que el doctor le dio, no hizo caso y siguió disfrutando de su forma de vida, y su gran pasión que era cantar con el alma, entregándose en cada tema.

Estaba actuando en el recordado “Caño 14”, cuando un día le dijo a su amigo -Llamá a “Caño 14” y deciles que esta noche no voy, no me siento bien”-.

Y un 17 de abril de 1978, a poco de haber cumplido 62 años, su corazón dijo basta y se quedó dormido para siempre, partiendo en una gira eterna.

Me despido como siempre de todos ustedes hasta el próximo encuentro, tarareando un Tango que sé, les va a gustar mucho y fue un éxito en su interpretación con la orquesta de Troilo, “Marioneta” de Armando Tagini y Juan José Guichandut:

Tenía aquella casa no sé qué suave encanto

en la belleza humilde del patio colonial

cubierto en el verano por el florido manto

que hilaban las glicinas, la parra y el rosal...

¡Si me parece verte! La pollerita corta,

sobre un banco empinadas las puntas de tus pies,

los bucles despeinados y contemplando absorta

los títeres que hablaban, inglés, ruso y francés.

-¡Arriba, doña Rosa!...

¡Don Pánfilo, ligero!...

Y aquel titiritero

de voz aguardentosa

nos daba la función.

Tos ojos se extasiaban:

aquellas marionetas

saltaban y bailaban

prendiendo en tu alma inquieta

la cálida emoción...

Los años de la infancia risueña ya pasaron

camino del olvido; los títeres también.

Piropos y promesas tu oído acariciaron...

te fuiste de tu casa, no se supo con quién.

Allá entre bastidores, ridículo y mezquino,

claudica el decorado sencillo de tu hogar...

Y tu, en el proscenio de un frívolo destino,
¡sos frágil marioneta que baila sin cesar!.