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jueves, 29 de marzo de 2018

En "Semana Santa", el Tango y la Religión:


Semana Santa, nos invita reflexionar en qué cosas podemos hacer para cambiar positivamente nuestras vidas y acercarnos más al prójimo realizando buenas acciones que nos haga crecer espiritualmente.

En esa meditación, nació la idea de escribir sobre la relación de letras de Tango con lo eclesiástico.

El Tango, tuvo y tiene grandes letristas y poetas, observadores de la gente y sus vivencias, y a través de su poesía reflejó múltiples emociones y sentimientos manifestados en alegrías, desengaños, tristezas, sufrimientos, fe, amor, etc.

Los seres humanos tenemos la necesidad innata de creer.

Ésta es una de las razones por lo cual han surgido distintos tipos de religiones a lo largo del tiempo y el espacio.

Nuestro Tango ha sido y es un importante vehículo para todo tipo de expresión al decir y cantar variadas temáticas y contenidos que interpreten la vida, como la que mencionaremos hoy, la religión.

Citaremos algunos poetas y letras de Tango que tienen términos que resaltan los correspondientes a Dios, a la Fe, al Alma, a las plegarias:

Padre nuestro de Alberto Vaccarezza, expresa una plegaria por el amor perdido: “Padre nuestro, que estás en los cielos.../que todo lo sabes, que todo lo ves.../¿Por qué me abandonas en esta agonía?,/¿por qué no te acuerdas de hacerlo volver?.

Misa de Once de Armando Tagini, relata sobre la historia de una parejita joven de enamorados que se encontraban en la iglesia: “No sé si era pecado decirte mis ternuras…/allí, frente a la imagen divina de Jesús.

Al pié de la Santa Cruz de Mario Battistella, cuenta sobre un hecho de injusticia social: Mientras tanto, al pie de la santa Cruz/una anciana desolada llorando implora a Jesús:/Por tus llagas que son santas/por mi pena y mi dolor/ten piedad de nuestro hijo/¡Protégelo, Señor!.

Cruz de palo de Enrique Cadícamo, en un ámbito rural, un hombre que fue sepultado y que solo recibe los rezos de la naturaleza: El sauce le llora un Ave María/el boyero, en cada chiflido que da/acaso le quiere rezar un bendito/junto con las quejas que entona el sabia.

Medallita de la suerte de Mario Battistella, el protagonista recuerda a la medallita con amor por su madre y devoción hacia la virgen: medallita de la suerte/que te llevo desde niño/Es tan grande mi cariño/como el miedo de perderte/Yo nací para quererte/porque junto a mi cunita/te bendijo mi viejita/con el llanto de su amor.

Virgencita de Pompeya de Enrique Maroni, el personaje es un malevo que le habla a su medalla: Virgencita de Pompeya/nacida en el barrio turbio/como una flor del suburbio/que embelleció al arrabal/.

Te llevo siempre en mi pecho/de malevo y de compadre/porque te colgó mi madre/defendiéndome del mal.

El Milagro de Homero Expósito, agradecimiento a Dios por su relación sentimental recompuesta: Para qué gritar ahora/que la duda me devora/.

¡Para qué/si la tengo aquí a mi lado/y la quiero demasiado/demasiado más que ayer/Hoy nos ha resucitado/porque Dios sabe el pasado/y el milagro pudo ser.


Cristal de José María Contursi, el protagonista sabe que tras su ausencia perdió el amor: Y ahora sólo sé/que todo se perdió/la tarde de mi ausencia/Ya nunca volveré, lo se bien, ¡nunca más…/Tal vez me esperarás, junto a Dios, ¡más allá!.

Gricel de José María Contursi, el poeta escribió su culpa por la separación de su amada, y se acerca a lo religioso: No te olvides de mí/de tu Gricel/me dijiste al besar/el Cristo aquel/y hoy que vivo enloquecido porque no te olvidé/ni te acuerdas de mí/¡Gricel! ¡Gricel!.

Mi vida toda fue un engaño/¿Qué será, Gricel, de mí?/Se cumplió la ley de Dios/porque sus culpas ya pagó/quien te hizo tanto daño.

Sin lágrimas de José María Contursi, esta historia un hombre quedó en desolación, porque su pareja le pide que la olvide: Y, aunque mis ojos no han llorado/hoy, a Dios rezando le he pedido/que si otros labios te han besado/y al besarte te han herido/que no sufras como yo.

Cantando de Mercedes Simone, una plegaria de una mujer para que vuelva su amor: Virgencita milagrosa, perdóname/si cantando esta canción que vive en mí/yo te pido que me traigas lo que es mío/que tan pronto y sin motivo lo perdí/Si es pecado querer tanto en esta vida/yo te pido, de rodillas, tu perdón/Yo lo quiero tanto y tanto que me muero/si me faltan las caricias de su amor.

La novena de Alfredo Bigeschi, relata sobre personas que rezan en un templo por las almas de los que fueron a la guerra: Viejitas y muchachas, desfilan hacia el templo/consuelo de las almas, que descansan en paz/Hilvanan un rosario de penas y recuerdos/de hermanos, padres, novios que ya no volverán/Los fieles de rodillas elevan hacia el cielo/plegarias a la Virgen y súplicas a Dios/y mientras en voz baja dicen avemarías/el padre "sermonea" desde el Altar Mayor.

Enrique Santos Discépolo, (el filósofo de la vida), reflejó muy bien con su pluma el mundo que lo rodeaba, en lo afectivo, lo político, lo social, a veces con una amarga ironía y escepticismo, y se apoyó en forma estable en la constante temática religiosa,mencionaremos algunas de sus letras:

Uno: Pero, Dios, te trajo a mi destino/sin pensar que ya es muy tarde/y no sabré cómo quererte.

Canción desesperada: Dónde estaba Dios cuando te fuiste? Dónde estaba el sol que no te vió?.

Infamia: Quisiera que Dios/amparara tu sueño/muñeca de amor/que no pudo alcanzar su ilusión/Yo quise hacer más/pero sólo fue un ansia/Que tu alma perdone a mi vida/su esfuerzo mejor/De blanco al morir/llegará tu esperanza/vestida de novia ante Dios/como soñó.

Mensaje: Mensaje/Mensaje con que te digo/que soy tu amigo/y tiro del carro contigo/Yo, tan chiquito y desnudo/lo mismo te ayudo/cerquita de Dios.

Martirio: Sin comprender/ por qué razón te quiero/ Ni que castigo de Dios/ me condenó al horror/ de que seas vos, vos/ solamente sólo vos/ Nadie en la vida más que vos/ lo que deseo…

Sin palabras: Perdóname si es Dios/quien quiso castigarte al fin/Si hay llantos que pueden perseguir así…

Cambalache: Igual que en la vidriera irrespetuosa/de los cambalaches se ha mezclao la vida/y herida por un sable sin remaches/ves llorar la Biblia contra un calefón...

Soy un arlequín: Soy un arlequín,/ un arlequín que canta y baila/ para ocultar/ su corazón lleno de pena./ Me clavó en la cruz/ tu folletín de Magdalena,/ porque soñé/ que era Jesús y te salvaba…


Me despido de ustedes hasta el próximo encuentro cantando un Tango letra y música del gran Discepolín,"Tormenta", dónde el protagonista le habla a Dios desesperadamente decepcionado de la vida, pero que quiere seguir creyendo:

¡Aullando entre relámpagos,

perdido en la tormenta

de mi noche interminable,

¡Dios! busco tu nombre...

No quiero que tu rayo

me enceguezca entre el horror,

porque preciso luz

para seguir...

¿Lo que aprendí de tu mano

no sirve para vivir?

Yo siento que mi fe se tambalea,

que la gente mala, vive ¡Dios! mejor que yo...

Si la vida es el infierno

y el honrao vive entre lágrimas,

¿cuál es el bien...

del que lucha en nombre tuyo,

limpio, puro?... ¿para qué?...

Si hoy la infamia da el sendero

y el amor mata en tu nombre,

¡Dios!, lo que has besao...

El seguirte es dar ventaja

y el amarte sucumbir al mal.

No quiero abandonarte, yo,

demuestra una vez sola

que el traidor no vive impune,

¡Dios! para besarte...

Enséñame una flor

que haya nacido

del esfuerzo de seguirte,

¡Dios! Para no odiar:

al mundo que me desprecia,

porque no aprendo a robar...

Y entonces de rodillas,

hecho sangre en los guijarros

moriré con vos, ¡feliz, Señor!.







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Artículo revisado: En "Semana Santa", el Tango y la Religión: Clasificación: 5 Revisado por: Cadena Noticia Sur