El pasado 2 de febrero se celebró en las costas atlánticas de América del Sur, el "Día de la Diosa de las Aguas" (Iemanjá).
Un hecho cultural y religioso que une a nuestro continente.
"La gran madre" es festejada desde la Ribera de Quilmes (provincia de Buenos Aires), hasta Montevideo (Uruguay), pasando por Mar del Plata.
Pero me quedo con lo que vi en mi estadía en Brasil:
Salvador, Bahía, con la presencia de medio millón de personas se festejó "La fiesta de Iemanjá".
Es una fiesta que intenta una postura ecléctica entre las religiones del Candomblé, Umbanda y el Catolicismo, y que fuera mutando hasta convertirse hoy en día en un "tributo al mar", donde los pescadores hacen sus ofrendas a la Rainha do Mar.
Los devotos piden deseos a los Orixás (ancestros africanos divinizados con poderes sobre la naturaleza) y la Virgen María.
Los tributos, consiste en llevar flores u otros presentes que son considerados como rechazados, si son devueltos por el mar por lo que necesariamente deben ponerse detrás de la rompiente.
Quien mejor valorizó la cultura bahiana junto a Jorge Amado y retrató el Iemanjá fue justamente un argentino (no puede ser de otra manera).
Héctor Julio Páride Bernabó, de padre italiano y madre brasileña, nacido en Lanús un 7 de febrero de 1911.
Ilustró los libros "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez y "La Casa Verde" de Mario Vargas Llosa, y creó textos e ilustraciones para el libro "Candomblé da Bahía".
Sus mas de 5.000 obras se presentaron en mas de 80 exposiciones en varias ciudades de América y en especial en su tierra adoptiva, Brasil.
Carybé dejo sus huellas en Buenos Aires, donde existe un mural de su autoría en la peatonal Florida al 142, junto a la Galería Boston que "recrea la realidad… y la vida popular" de Latinoamérica.
Simboliza todo un deseo de la hermandad en el continente, una realidad, donde paradójicamente sus actores políticos las distancian cada vez mas.
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