La palabra "Carrusel" tiene sus orígenes en el idioma italiano Garosello, y en español Carosela que significa "Primera batalla", allá por el año 1100 era un ejercicio de entrenamiento para combate que utilizaban los turcos y árabes para entrenar jinetes para la batalla y consistía en atacar a muñecos de madera que representaban al enemigo.
Los muñecos eran caballos de madera que estaban suspendidos de vigas, soportados por una columna central.
Esa idea fue llevada a los reyes de Europa, con el paso del tiempo se construyeron carruseles para los jardines privados de los castillos de la realeza.
Es así que se construye un Carrusel más grande, y se lo coloca en una plaza de París, Francia, para invitar al público a la diversión.
A partir de ese momento fueron fabricándose más en distintas partes de toda Europa.
Las primeras "calesitas" no tenían plataforma, se colgaban directamente los muñecos de postes o cadenas, los cuales se inclinaban hacia afuera al girar, simulando volar, y eran movidas por animales que caminaban en círculo, o personas que tiraban de una cuerda o manubrio.
Ya a mediados del siglo XIX , crearon una Calesita con plataforma, y comenzaron a construir con propulsión a vapor.
Es así, que en la Revolución industrial se instalaron caballos que suben y bajan, y mas tarde tuvieron motores eléctricos, luces, música, creando un nuevo estilo.
La primera calesita que se instaló en la Argentina fue entre los años 1867 y 1870, en el antiguo barrio del Parque, lo que hoy es el Teatro Colón, donde está el Palacio de Tribunales y se encuentra la Plaza Lavalle.
Esta primer calesita fue construida por Cirilo Bourrel, Francisco Meric y De la Huerta, y en ese entonces la habían instalado en la plaza Vicente Lopez.
La empresa con el tiempo se disolvió, y quedó solo un integrante de la misma, De la Huerta, que continuó fabricándolas y se las vendía a los inmigrantes españoles para que al llegar a nuestro país tuvieran una fuente de trabajo.
El primer carrusel argentino fue fabricado por la empresa Sequalino Hnos, (que había sido fundada en Rosario), por encargo de otra empresa la CUMA (Carruseles Ultramodernos Argentinos La Salvia).
Esa calesita se hizo famosa por su música, marchas, habaneras, jotas, que eran tocadas por un organito motorizado, cuyos creadores Pascual La Salvia y su hijo, músicos luthiers de profesión, que llegaron de Italia a Argentina en 1870, fueron pioneros en la mayor atracción para los niños argentinos: LA CALESITA.
La mayoría de las calesitas de la ciudad de Buenos Aires, fueron realizadas en la fábrica de los hermanos Sequalino, quienes fabricaban también para Chile, Brasil, Perú y Uruguay.
Sequalino Hnos., encargó al tallista Ríspoli, la decoración de las mismas, quién creó figuras corpóreas, como caballos, leones, burros etc.
Además talló biombos de cedro policromado con temas circenses y el cuento de los Tres Chanchitos y el Lobo Feroz.
Cada calesita funcionaba con energía eléctrica, pero también a los lugares que no llegaba la electricidad, eran movidas por caballos.
Podemos mencionar también, el invento argentino en la década del 30’ (la gloriosa sortija), inspirada en las carreras de los gauchos, y que todavía puede verse ubicada en un poste y que el dueño de la calesita la sostiene, así los niños en su vuelta tratan de insertar la sortija y ganarse otra vuelta gratis!!!... que emoción.
El Tango con su gran historia, no podía dejar de mencionar en sus letras la temática de los juegos de niños, y en relación a la calesita, la grabación más famosa fue el Tango: “La calesita” con letra de Cátulo Castillo y música de Marianito Mores, otro Tango de José González Castillo y su hijo Cátulo, “Música de calesita”, en “Viejo Baldío” de Roberto Grela y Víctor Lamanna, y también en los versos del siempre recordado poeta Héctor Gagliardi.
Don Hugo del Carril, dirigió y produjo bajo el guión de Rodolfo Manuel Taboada, Marianito Mores y Cátulo Castillo, la película “La calesita”, estrenada el 31 de Octubre de 1963, dónde un viejo calesitero rememora escuchando la música de ese famoso Tango, cantado por él, el recuerdo de sus padres y su infancia.
Pasarán muchos años y seguirán las calesitas, sencillas o sofisticadas, con sus figuras tradicionales o con aparatos de última generación, pero será un juego que seguirá sobreviviendo con el paso del tiempo y dando felicidad a los niños, que en esa vuelta desarrollarán en su imaginación muchas historias y fantasías!!!.
Los dejo hasta la próxima y me voy cantando bajito:
Llora la calesita
de la esquinita sombría,
y hace sangrar las cosas
que fueron rosas un día.
Mozos de punta y hacha
y una muchacha que me quería.
Tango varón y entero
más orillero que el alma mía.
Sigue llorando el tango
y en la esquinita palpita
con su dolor de fango
la calesita...
Carancanfún... vuelvo a bailar
y al recordar una sentada
soy el ranún que en la parada
de tu enagua almidonada
te grito: ¡Carancanfún!
Y el taconear
y la "lustrada"
sobre el pantalón
cuando a tu lado, tirado,
tuve mi corazón.
y al recordar una sentada
soy el ranún que en la parada
de tu enagua almidonada
te grito: ¡Carancanfún!
Y el taconear
y la "lustrada"
sobre el pantalón
cuando a tu lado, tirado,
tuve mi corazón.
Grita la calesita
su larga cuita maleva...
Cita que por la acera
de Balvanera
nos lleva.
Vamos de nuevo, amiga,
para que siga
con vos bailando,
vamos que en su rutina
la vieja esquina
me está llamando...
Vamos, que nos espera
con tu pollera marchita
esta canción que rueda
su larga cuita maleva...
Cita que por la acera
de Balvanera
nos lleva.
Vamos de nuevo, amiga,
para que siga
con vos bailando,
vamos que en su rutina
la vieja esquina
me está llamando...
Vamos, que nos espera
con tu pollera marchita
esta canción que rueda
la calesita...!!!
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