¿Insensibilidad o falta de contacto popular?.
A la arquitectura electoral que lleva adelante la Casa Rosada le falta el componente calle e ignora, por ejemplo, que la vida cotidiana de los centros urbanos del país se nutre de Pymes.
En las Excel de la Jefatura de Gabinete debería haber registradas más de 600 mil que le dan trabajo a más de 6 millones y medio de personas que, con sus familias, residen en comunidades que comparten sus humores y pesares. Para agregar al cálculo los que están en negro habría que multiplicar por 2. El gobierno imagina el derrame de grandes políticas en formas de leyes Pyme, de emprendedores, créditos para inversión, y no repara en que su problema es que hay menos consumidores y encima los comparten en inferioridad de condiciones con una competencia importada que penetra por la brecha que dejan la abrumadora carga impositiva y el atraso cambiario.
Y ni hablar de la tasa de interés que les cobran cuando van al banco. Marcos Peña y compañía deberían salir a ver cómo funciona la producción en las localidades o leer informes in situ sobre la industria del calzado, como el que publica El Ciudadano en Santa Fe, ya que el Ministerio de la Producción, que debería ocuparse del tema, está para proveer de monitoreos macroeconómicos a los colegas del gabinete.
Marcos Peña, el jefe de Gabinete encargado de transmitir la estrategia electoral del oficialismo en la que lo asesora Jaime Durán Barba y coordinador de la mesa económica, debería salir a timbrear en las zonas productivas del país para ponerles rostros humanos a las planillas Excel a través de las cuales, junto con sus laderos Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, monitorea la marcha del gobierno. Y si no tiene tiempo, al menos que el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, afecte recursos de su área que destinó a hacer informes macroeconómicos para el resto del gabinete a escarbar en la intimidad de los actores de carne y hueso de su metier, los patronos y los empleados
En todo caso, más que estar preocupados de que al presidente Mauricio Macri lo traten de insensible, los números le están señalando un problema serio para la tan mentada arquitectura electoral de octubre: según la Secretaría de Transformación Productiva, de 856.300 empresas registradas en Argentina, 83% (unas 600 mil) son pymes y dan trabajo a más de 6,5 millones de empleados declarados.
En todo caso, más que estar preocupados de que al presidente Mauricio Macri lo traten de insensible, los números le están señalando un problema serio para la tan mentada arquitectura electoral de octubre: según la Secretaría de Transformación Productiva, de 856.300 empresas registradas en Argentina, 83% (unas 600 mil) son pymes y dan trabajo a más de 6,5 millones de empleados declarados.
Se distribuyen regionalmente en los centros urbanos, donde no sólo votan, sino que lo hacen sus familias y condicionan el humor social en el entorno. Nada más que entre las micropymes, con un promedio de 3 empleados cada una, registran 4,3 millones de personas. Son las estadísticas que contemplan a los regularizados. Para incluir a los que están en negro habría que multiplicar, como mínimo, por 2. De estudios realizados por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom), con datos del INdEC y sus cámaras asociadas, surge que entre enero de 2016 y enero de este año cerraron 6.800 pymes y se perdieron más de 150.000 puestos de trabajo. Circula asimismo un informe atribuido a APYME (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios) en el cual se sostiene que en lo que va de 2017 cerraron 1.800 empresas más.
Complicadísima coyuntura de las pymes.
Su gerente general, Roberto Ratti, adjudica la crisis que atraviesan comercios y pequeñas industrias, en ese orden, a “la disminución del salario, el aumento masivo del desempleo -que produce un círculo vicioso que reduce la capacidad de compra de los trabajadores, clientes naturales de las pymes- y el ahogo financiero que reduce sustancialmente las posibilidades de inversión en este segmento de la economía”. El gobierno sacó una 'ley Pymes' poco representativa del actual cuadro de situación, ya que 230.000 se inscribieron para acceder a beneficios tales como diferir el pago del IVA a 90 días, no pagar ganancia mínima presunta y descontar el impuesto al cheque.
Además, de recibir mayores facilidades y mejores condiciones en créditos que otorga el BICE (tasa de 16% y hasta 7 años de plazo) y de todas las entidades que aumentaron el cupo prestable de créditos de inversión productiva. Asimismo les dieron plazo hasta el 15/05 para descargar 10% de sus inversiones del pago anual de ganancias a las que invierten. En el caso de la indumentaria y el calzado, se aplica el Programa de Reactivación Productiva (Repro) del Ministerio de Trabajo de Nación para subsidiar salarios durante 12 meses a aquellas empresas que demuestren al Estado una situación de crisis. Si se vuelcan los números a las planillas Excel se verá que la respuesta del gobierno no abarca ni a la mitad de las Pymes en blanco, y es porque el principal problema, la falta de ventas, no ha sido abordado y las que se concretan son copadas, en gran medida, por importaciones en los países fronterizos (Brasil, Bolivia y Paraguay), que no afrontan la carga impositiva de la competencia nacional y a las que también favorece el atraso no menor al 20% del dólar argento.
El autodumping que pone en práctica la administración nacional, con la abusiva carga tributaria y el efecto del atraso cambiario con la alta inflación en los costos internos, también se nota en el renglón exportador: en 2016 facturaron en el exterior 9.637 empresas, 73% de ellas manufactureras. O sea que de las 60.000 pymes industriales, sólo 16% tienen presencia fuera de las fronteras. Del valor FOB total exportado, 90% pertenece a grandes empresas, 9,9% a Pymex y 0,1% a las microempresas.
En ese sentido, el nuevo titular de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Fabián Tarrío, empresario bonaerense ligado al mundo de la construcción y de la producción vitivinícola en el Valle de Uco, en Mendoza que reemplazó al histórico Osvaldo Cornide, lamentó “los 18 meses consecutivos de caída de la actividad comercial, especialmente en los negocios de las ciudades de frontera”, y “cuestionó la política de tasas altas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y el dólar anclado, lo mismo que la fuerte carga impositiva que existente en cualquier proceso de producción local”.
La falta de contacto con la calle, más que de sensibilidad humana, de la que adolecen Peña y compañía, y que se ve que las redes sociales no cubren, podría suplirse si pusieran al enorme aparato estatal de prensa a su cargo a informarlos de qué ocurre más allá de los titulares de Clarín o La Nación, o de los programas de TN y el 13.
Hay páginas web, como El Ciudadano, que reflejan cómo el parate del consumo, así como el daño que ocasiona la entrada indiscriminada de productos importados, afectan no sólo a las Pymes sino a poblaciones enteras en las que se insertan.
"El panorama es mucho más grave ya que las importaciones para el mismo periodo fueron de un 707 % más, es decir 1.260.000 unidades". En el caso de la publicación santafesina de marras, busca qué hay detrás de la caída en las ventas de calzado que, según el vicepresidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), Elías Soso, “hace 3 años se fabricaban 132 millones de pares anuales y hoy estamos en cerca de 90 millones”.
El periodista Agustín Aranda complementa este dato con otro que brindó el Observatorio de Importaciones de Santa Fe, de que en el mismo período hubo un 25 % más de importaciones. La sola lectura estadística daría redonda. Si las fábricas vendieron 25% menos y se importó 25%, la conclusión que saltaría de la Excel sería que la importación desplazó a la producción local.
Fría, racional, obvia, pero así planteada, incapaz de moverle un pelo a nadie.
0 comentarios :
Publicar un comentario