Para conocer sus orígenes en nuestro país tenemos que remontarnos 200 años atrás.
La leyenda más conocida y más contada, es la historia que dice que en el siglo VIII, San Bonifacio, quien había sido enviado a Germania para convertir a los paganos, vio que ellos invocaban a sus dioses bajo los árboles y allí les dejaban presentes.
En una noche de Navidad, los germanos se disponían a sacrificar a un niño debajo de un árbol y Bonifacio se llenó de furia, cortó el tronco y de sus raíces surgió un pino y él lo interpretó como una señal de su fe cristiana.
Fue en el siglo XVI que se empezaron a colocar los árboles de Navidad dentro de los hogares.
La leyenda más conocida y más contada, es la historia que dice que en el siglo VIII, San Bonifacio, quien había sido enviado a Germania para convertir a los paganos, vio que ellos invocaban a sus dioses bajo los árboles y allí les dejaban presentes.
En una noche de Navidad, los germanos se disponían a sacrificar a un niño debajo de un árbol y Bonifacio se llenó de furia, cortó el tronco y de sus raíces surgió un pino y él lo interpretó como una señal de su fe cristiana.
De este modo salvó al niño y esto produjo una conversión masiva.
Fue en el siglo XVI que se empezaron a colocar los árboles de Navidad dentro de los hogares.
La tradición pasó a Gran Bretaña, luego a Estados Unidos y de ahí llegó a América Latina.
En Argentina el primer "arbolito de navidad" se armó en 1807, y lo hizo un irlandés.
Este hombre, recordando la tradición de su país, decoró un pino en una plaza.
En la Argentina es el momento de comunión de la familia alrededor del armado donde también los católicos veneran a la Virgen María.


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