Durante años, a Alfredo Yabrán lo confundieron con un turista más. Solía veranear en las playas de Pinamar (la Costa Azul de la creme dela creme argentina) y hasta comía sanguchitos en la arena.
Nadie registraba su rostro y así andaba, a pleno sol bajo la sombra de lo que fue señalado por el propio Domingo Cavallo como un “negocio mafioso enquistado en el poder”.
En la misma tónica de la emulación, pero sin el peso de tener que vivir ocultándose por fechorías, José Luís Cabezas se cargó al hombro la ardua tarea de disimular para cumplir con su labor.
El 16 de febrero de 1996, el reportero gráfico tomó la foto más buscada del momento: retrató a Yabrán bajo un sol radiante. Le mostró al país la cara detrás de los polémicos negociados, y eso le costó la vida.
En la madrugada del sábado 25 de enero de 1997, Cabezas fue cobardemente asesinado por hombres allegados a Yabrán.
Su cadáver estaba esposado y calcinado en el interior del Ford Fiesta blanco que la Revista Noticias le había puesto a disposición.
Tenía un balazo calibre 32 en la cabeza y su reloj se había freezado a las 5:25. Lo encontraron en una quinta de General Madariaga, a pocos metros de una laguna.
La cava, emplazada entre pastizales a un costado del kilómetro 385 de la Ruta 11, hoy forma parte del Monumento a José Luis Cabezas. Allí se erigen un busto del periodista, una lápida conmemorativa y algunas cruces.
Cinco kilómetros antes, en el 380, el cartel que anuncia la proximidad al Monumento está destrozado. De acuerdo a lo registrado por la cámara de la periodista Florencia Guerrero, desconocidos utilizan la señal para practicar tiro al blanco. En efecto, contra la placa de chapa hay al menos unos 19 disparos efectuados.
No es la primera vez que el Monumento a José Luis Cabezas sufre el ataque de vándalos. El 26 de enero de 2012, Gladys Cabezas, hermana del reportero gráfico, denunció la destrucción del lugar.
En una recorrida por la zona, constató que habían atacado el busto y se habían robado algunas ofrendas y objetos dejados por familiares y amigos.
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